sábado, julio 26, 2008

Para agradecer


El tiempo perfecto de llegar demasiado temprano a cualquier sitio, lo que me permite el libre pensamiento, la inspiración, el acto de escribir, drenar.
El olor a madrugadas repletas de lloviznas dulces, ausentes de calor y sudores pegajosos.
El contacto de las plantas de mis pies consentidos con una arena salvaje que se vuelve mullida, cuando el agua la va habitando.
El aroma del primer café, la caricia que desciende en mi laringe en el sorbo caliente y resbaloso que despierta mis días.
El estallido de un mito, mi astucia incesante en deshacerlo.
Reconocer al demente, lo cual me convierte en cuerda y coherente.
El temblor de un beso que inunda mi contorno y me emborracha de sensaciones.
Las cosas simples, mis momentos de silencio, lograr el olvido y mirarlo de lejos, indiferente, inclemente mientras absorbo la paz.
El minuto siguiente a las musas, papel y lápiz, mi mano derecha hábil y dispuesta a plasmar la grafía que fluye, el texto.
La búsqueda constante, descreer que todo está dicho, hurgar en el mundo la nueva palabra, el sentimiento inédito, la excelencia de provocar sorpresa en el humano desubicado.
El color de la cereza, la textura del pétalo de un tulipán, el picor del vino blanco sobre mi lengua, deshacer un trozo de salmón entre mis dientes, el tiempo de tertulia, el trazo de mi pluma dibujando espirales, mientras hablo por teléfono, los sueños que apunto en un cuaderno y luego olvido releerlos.
Caminar errante, sin destino, en una tarde de mayo y recordar dolores del alma y remedios del corazón, escuchando canciones-puñales.
Desechar lo acumulado en un desván repleto de recuerdos, decantar la importancia de los objetos, conservar lo indispensable que agrade a la memoria, expulsar lo que punza y acidifica el pasado.
El balanceo de una hamaca colorida que me hace creer que vuelo bajo y seguro sobre la vida.
La huella de mis dedos escribiendo tonterías sobre cristales ahumados por la lluvia.
Una mecedora de madera sólida que arrulla pensamientos al compás de una suave melodía que me hace dormitar.
Los umbrales de las puertas que me permiten entrar y salir de circunstancias especiales.
La capacidad de observar el drama desde fuera sin involucrar mi criterio.
Construir mi legado, mi tránsito, mi pisada, el rasgado de mis uñas, la cicatriz invisible que deje la fogata de mis letras.

Ratos de "sorbos"



Con frecuencia bebo las frases e otros, de libros de autores no tan famosos ni reconocidos, pensamientos y prosas de escritores de vocación, como yo. Los imprimo en borrador y me los llevo a casa. Cargo conmigo un baúl minúsculo de música. En él se encuentran diversos géneros rítmicos para cada estado de ánimo.

Me abstraigo en los audífonos, a un volumen lo suficientemente alto y soportable para evitar contacto exterior.
Eso me permite reducir al mínimo la realidad que me circunda y sumergirme en las letras que bailan silenciosas frente a mi, esperando que las ordene.
La bolsa que llevo permanece siempre arrugada, siempre. A veces me avergüenza sacarla en público cuando me ubico en alguna cafetería en mis ratos de “sorbos”.
Los papeles que allí guardo no parecen terminarse jamás.
Mil temas distintos, párrafos que por alguna razón, al leerlos, me parecieron atractivos e importantes de digerir, como para leer después.
Así son los ratos íntimos, esos que nadie comprende.
A menudo me preguntan… “¿Estás bien?”, como si, al evadir la multitud, retirarse con uno mismo, zambullirme en los libros, fuese una señal inequívoca del demente que quiere anularse del diario vivir.
Justo así son mis ratos de “sorbos”.


Foto: Leyla Moncada - Niño interior

el bolsillo izquierdo de su jean

Cachorro es un niño generoso. Si mirada es astuta, viva, locuaz, aunque su verbo no lo parezca. Algunas veces me sorprende contándome historias ajenas, no siendo hábito hacerlo. Otras calla, es impenetrable y hasta llega a herir la aparente indiferencia que muestra hacia su entorno.

En estas paredes que alimentaron sus días, hay cuentos sobre él, pasos impresos en las aristas, sus primeros tropiezos en los rodapiés del pasillo, huellas de tiempo que dejaron sonidos de cajitas de música sin abrir (para no molestar a los vecinos), besos maternos que apretaban mejillas intencionalmente para ser recordados.
No pareciera que el cachorro tuviera un sueño específico por cumplir, sin embargo, yo se que en el fondo de sus pestañas de escoba, muy profundo, hay un pozo lleno de expectativas de vida que adorna cada noche y que no desea que descubran, para, así esperar el momento oportuno que germine su ilusión de cristalizarlos y mostrarle al mundo exterior, la capacidad de lucha, el ahínco, la altura de la excelencia y el amor que lleva en el bolsillo izquierdo de su jean.

martes, julio 22, 2008

La rebelión



A propósito de las masas, del pensamiento colectivo... me permito publicar un texto ajeno de un gran amigo: José López.


Fueron unos pocos zapatos los que tuvieron la reunión secreta de cuyo resultado surgió la idea de un paro poblacional. En signo de rebeldía se quitaron los cordones (los que lo usaban) y se declararon abstemios de tinturas y pomadas de lustre y por amplio concenso decidieron no prestar servicio durante una semana. Estantes y vidrieras de cuanta zapatería existía en el pueblo quedaron sin el producto de su razón comercial y debieron cerrar sin comprender lo que pasaba. No hubo pintadas previas que llamaron a protestar ni proclamas por los medios de difusión, solamente el boca en boca de calzado a calzado por las calles donde nadie descubrió sus gestos cómplices. Las suelas que esperaban turno en los talleres para ser convertidas en prisiones andantes volaron como alfombras mágicas hasta la concentración popular organizada en una plaza cualquiera. Calzados de todo tipo y color desaparecieron, incluso los que vivían sin laburar y felices debajo de las camas y esto pasó con cada uno de los habitantes del pueblo. Mi pensamiento vagaba en el absurdo y afuera explotaba esta avanzada pergeñada por los más sufridos y pisoteados del mundo entero. Según se supo, todo comenzó con la finalidad de ser acompañados por otros sectores de objetos oprimidos, sugerencia que no fue mayoritariamente acatada. Los hechos se suscitaron de sorpresa para que la rebelión produjera un efecto contundente. El piano de mi amigo Jorge bajó su tapa por sus propios medios y quedó herméticamente cerrado al tragarse la llave. Los marfiles del teclado tuvieron descanso pero a su vez se preguntaban si no sufrirían de pánico o de una pronta nostalgia tanguera. La actitud de los zapatos fue imitada por unos pocos útiles que los humanos usufructuamos sin pensar, o que lo damos por hecho y nos apoderamos de ellos como si fuéramos sus dueños naturales. No obstante la convocatoria fue diversa y mostró el descontento de las cosas sujetas a nuestro dominio. El pueblo quedó paralizado por la huelga de los tamangos y el crédito de su éxito se extendió como cheque en blanco para mocasines, botines, suecos, alpargatas, botas de caucho y sandalias. Modelo por modelo el mensaje llegó a todos los calzados de la comunidad que de golpe y porrazo quedó virtualmente en patas y sin algunos privilegios comunes hasta allí. Muchos no quisieron salir a la calle con sus pies descuidados que daban vergüenza. Otros se sintieron liberados de la opresión que les anudaba la garganta naciendo desde abajo. Se vieron pies grandes, pequeños, medianos, limpios y sucios, agradables, poco agraciados y muy hermosos. No faltó nada en la viña y la exposición humana duró una semana. Fue el tiempo suficiente para que todos experimentáramos la parcial desnudez como una purificación de los sentidos. Las terminales plantares despertaron reflejos desde sus puntos nerviosos y corrigieron dolencias ocultas porque se les dio la gana regresando la felicidad, sin premeditarlo, a muchos rostros con cara de tuge. Fueron masa por siete días talones suaves y ásperos con estrías, dedos deformados y aquellos que emergían como orgullosas esculturas griegas. Arcos aplastados, tobillos finos y gruesos, empeines velludos, pies acostumbrados al olor del encierro y al polvo pédico, los que recibían mimos cotidianos, las uñas pulcras y las recortadas cada muerte de obispo, los callos y los pies conchetos acariciados periódicamente por un pedicuro voyeur. Pese a tanto camino andado los zapatos no supieron expresar con claridad sus necesidades que terminada la protesta no fueron correspondidas. En el momento culminante de la pueblada hubo corridas y pocos pudieron escapar a los gases y a los rígidos bastones. Solo las zapatillas deportivas zafaron de la represión de los uniformados, disminuidos estos sin el sonido de marcha intimidatorio, ¡plac, plac, plac! característico de sus borceguíes contra el suelo, que también salieron de los cuarteles para solidarizarse con la propia especie. Finalizado el alboroto, extenuados y sin victoria, los insurrectos regresaron a sus tareas de ser esclavos de la gente. pero estos no olvidaron los días descalzos y en la semana siguiente, pese a todo, fueron considerados como tales y gozaron de mejores atenciones. Pero, como siempre, la normalidad de las preocupaciones comunes y ordinarias del pueblo nublaron los serios incidentes. Cada cuál atendió su juego y la gente continuó con sus berrinches y placeres mientras que los calzados a regañadientes, siguieron siendo solamente zapatos. (JLR)

http://www.tantorra.blogspot.com/
Publicado por josé en 6:33 17 comentarios Etiquetas: cartas con humor domingo 22 de junio de 2008

miércoles, julio 02, 2008

Como el arca de Noé


Primero: No pierdas el barco.

Segundo: Recuerda todos estamos en el mismo barco.

Tercero: Anticípate, No llovía cuando Noé comenzó a construir el arca.

Cuarto: Mantente en forma, cuando tengas 60 años alguien puede pedirte que hagas algo grande.

Quinto: No oigas las criticas, solo dedícate al trabajo que se tiene que realizar.

Sexto: Construye tu futuro en tierras altas.

Séptimo: Por seguridad, viaja en pareja.

Octavo: La velocidad no es siempre una ventaja, los caracoles estaban a bordo junto con los cheetas.

Noveno: Cuando estés estresado, flota un momento.

Décimo: Recuerda que el arca fue construida por amateurs, el Titanic por profesionales.

Onceavo: No importa la tormenta, siempre hay un Arco Iris esperando....

Vida




Ya perdoné errores casi imperdonables. Trate de sustituir personas insustituibles, de olvidar personas inolvidables.

Ya hice cosas por impulso. Ya me decepcioné con algunas personas , mas también yo decepcioné a alguienYa abracé para proteger . Ya me reí cuando no podía. Ya hice amigos eternos.

Ya amé y fui amado pero también fui rechazado. Ya fui amado y no supe amar.Ya grité y salté de felicidad. Ya viví de amor e hice juramentos eternos, pero también los he roto y muchos.Ya lloré escuchando música y viendo fotos . Ya llamé sólo para escuchar una voz .Ya me enamoré por una sonrisa. Ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia y...

Tuve miedo de perder a alguien especial (y termine perdiéndolo) ¡¡ pero sobreviví !!Y todavía vivo !! No paso por la vida.Y tú tampoco deberías sólo pasar ... VIVE!!!Bueno es ir a la lucha con determinación abrazar la vida y vivir con pasión. Perder con clase y vencer con osadía, por que el mundo pertenece a quien se atreve y la vida es mucho más para ser insignificante.


(desconozco el autor)