miércoles, febrero 11, 2009

Rayuela - Capítulo 7




Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.


Julio Cortázar

Instrucciones para llorar





Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza.
El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.



Julio Cortázar

Otra Historia, más no una más...




HISTORIA INCREIBLE:

LA ESCRIBIO UN SOLDADO INGLES Y SE LA ENVIO A SU MUJER EN UNA BOTELLA

Una carta de amor que el mar guardó 85 años
La botella fue tirada al mar en 1914. Hace poco la halló un pescador y se la llevó a la hija de la destinataria. El mensaje estaba intacto.

SIBILA CAMP

Con un retraso de 85 años llegó a destino la carta de amor que un soldado británico de la Primera Guerra Mundial había arrojado al mar dentro de una botella. Pero no la recibió su esposa sino su hija, de 87 años, gracias a un pescador que encontró la botella en el río Támesis y viajó hasta Nueva Zelanda para entregársela personalmente. Thomas Hughes tenía 26 años cuando partió hacia el frente. En la puerta de su casa de Stockton-on-Tees abrazó largamente a su esposa, Elizabeth. Se agachó, alzó a su hija Emily, de dos años, y la llenó de besos. Había sido alistado en la Segunda Compañía de Infantería Durham Light, dependiente de las Fuerzas Expedicionarias del Tercer Cuerpo de la Armada Británica. En el barco que trasladaba la tropa hacia las costas de Francia, el soldado Hughes escribió un mensaje a su esposa. Una cartita breve, sencilla, ingenua. Plegó el papel, lo guardó en un sobre, lo metió en una botella de ginebra de cerámica y la arrojó al mar. Aquel abrazo y aquel beso fueron los últimos: el soldado murió 12 días después en una trinchera del campo de batalla francés, en su única acción de guerra. Es todo por ahora. Querida esposa -escribió Hughes a Elizabeth-, te escribo esta nota desde el barco y voy a arrojarla al mar sólo para ver si te llega. Si esto ocurre, firma este sobre abajo, en el ángulo izquierdo, donde dice recibido. Escribe la fecha y la hora de recepción, y tu nombre donde dice firma, y cuida bien este mensaje. Eso es todo por ahora.

La hora santa



Fotografía: Angela Demi

Esta es la hora santa.
La de la posibilidad, la creación.
Aquí y ahora, las emociones se visten, se disfrazan para luego desnudarse descaradamente y verterse en las puntas de los dedos haciendo caminos.
En esta hora me des-aprendo y tomo el mando de la letra reincidente, oblicua, incisiva.
No es hora de volcanes en erupción y, sin embargo, en esta alfombra extendida hasta que amanezca, suelto pensamientos, como semillas, y salen tan nítidos que todos podrían comprenderlo.
Al primer claro de luz, recojo la alfombra. La llevo en un bolso de lona todo el día a cuestas.
Uno nunca sabe en qué momento vendrá la musa desfachatada que espanta moscas en mi pecho.

Acuarela Martínez