jueves, julio 30, 2009

DESPUÉS DEL AMOR




Tendida tú aquí,

en la penumbra del cuarto,

como el silencio que queda

después del amor,

yo asciendo levemente

desde el fondo de mi reposo

hasta tus bordes,

tenues, apagados,

que dulces existen.

Y con mi mano repaso

las lindes delicadas de tu vivir retraído.



VICENTE ALEIXANDRE.

PREMIO NOBEL 1977

lunes, julio 27, 2009

TRATADO DE CULINARIA PARA MUJERES TRISTES








Creíste haberlo amado alguna vez. Mejor dicho lo amaste. Pero ahora, sólo pensar en él te
produce escalofrío, repugnancia. Fue como amar un guerrero en armadura de la que sale, de
repente, la floja gelatina viscosa de un ser abominable. Cómo fue posible que yo, esta de ahora,
haya querido alguna vez a semejante..

Cómo vivir con este recuerdo perfumado de rabia. Lo malo es que todavía, de vez en cuando, te
vuelve a la memoria su coraza vacía, su carne de molusco. Y tú quisieras poder sumar todas las
miserias y pequeñeces de ese mequetrefe disfrazado de héroe para adquirir la perfecta
indiferencia, para no pensar ya nunca más en él o pensarlo como se piensa en que se te olvidó
comprar la jalea para el desayuno, Sin odio, sin temblores, sin ganas de venganza.

Una hechicera de los páramos del altiplano, una altiva hechicera, me dio una vez la receta para
disolver el recuerdo disgustoso de un mal amor pasado. Para cancelar esa oprobiosa memoria, al
parecer, se requiere volver a la sevicia de los rituales salvajes y, como en ellos, es necesario hacer violencia a un animal inocente pero, como el recuerdo, repugnante.

Habrás de conseguirte una babosa, un caracol sin concha, mejor dicho. Una de esas que después
de la lluvia se pasean parsimoniosas por el suelo, dejando una estela de baba espumosa que da
bascas, como el recuerdo de aquel. Pondrás la babosa sobre un pañuelo de lino de color pastel y
cogerás un puñado abundante de sal fina. Echa la sal sobre la babosa y aprecia cómo empieza a
retorcerse y entre retortijones a disolverse en nada. No mires más, ata el pañuelo y entiérralo
veinte centímetros bajo tierra. Con la babosa disuelta en sal se disolverá también ese asqueroso
recuerdo.
No he probado jamás esta receta, pero la risueña sacerdotisa de los páramos me aseguró su
eficacia.



Héctor Abad Faciolince

Patricia Guzmán - La Casa de los Afligidos






Hincada amanezco

A las puertas de la casa de los afligidos



Coronada abro los ojos en casa de los afligidos




He llegado hasta aquí

Obedezco el mandato del canto



Levanto la aldaba




Levanto la aldaba y me santiguo con la niebla




He llegado hasta aquí

Obedezco el mandato del canto

EJERCICIO DEL SILENCIO - Pilar González




EJERCICIO DEL SILENCIO


Tengo mil cicatrices mojadas de silencio.
Porque la verdad me dejó marcas en el rostro y una sutil huella de desamparo en la mirada.
Fueron rasgadas a lágrimas y cuchillos en la dura sustancia del tiempo, descifrando la escritura de la lluvia sin poder escapar a la bofetada certera del destino, que me cruzó de par en par las mejillas de la inocencia
Cuajos de sangre y lodo se pegaron a mi piel y no pude huir
Quedé atrapada en la mordedura que parte sus pedazos
La voz se hizo una roca cercenada. Se desmoronaron sin fin por la garganta insaciables arenas, que como en un remolino, se disolvian, y en un soplo se convocaron para aquietarse de nuevo en un nicho de silencio
La misma soledad, la no mentida, era la mensajera anónima de la palabra que me buscaba incesantemente en el país que no tiene noche
¡Despiértame dolor y llévame al territorio de agua donde se curan todas las heridas!
Porque inclemente, me amortaja el frío del silencio
¿Cuándo comenzó la pesadilla de andar sobre los clavos inevitables del desgarro?
Silencio.se hace silencio
Esa palabra prisionera, la que nunca brotó de mis labios,aún persiste en el mismo jardín donde la hierba canta todavía
La escucho subir a las cumbres del insomnio para encontrarme
Yo me miro por dentro y me arqueo ligeramente sobre mi corazón de piedra en flor, recorriendo las estrechas galerías por donde anduvo el sol
Acaricio el lejano abandono de unas manos que contemplo hasta envejecer; y ejercito la sed de silencio en una cicatriz que está latente, cada hora,en la firme certidumbre y el delirio



Pilar González

lunes, julio 20, 2009

CONFITURA DE MANZANA (Entre especias se cocina el amor)

Las tres edades de la mujer

(detalle)G. Klimt
a mi hija Valerie
He aquí, el olor de mi hijo
es como el olor del campo
que el Eterno ha bendito
Bereshit/Génesis 27:27
junto a la leche del seno que sostiene
parto en lunas crecientes la manzana

nuez moscada
canela
azúcar morena

a fuego lento cristalizo la pulpa
revuelvo en el sentido de las horas
cuchara de madera
pimienta de cayena
reposa el tiempo justo de tres besos
trituro
bato cuelo
el olor de mi hija se baña en la compota
y en la sencilla merienda de la tarde
su nombre se ha dormido en los labios de Dios
Linsabel Noguera

lunes, julio 13, 2009

LA MUERTE ES UN HABITO COMÚN



En mi ciudad
las mujeres cuidamos de la estricta
fidelidad de nuestros maridos
hablamos de la moda y del amor
coleccionamos sin remedio
recetas de cocina
en las que el sexo
y la ternura
comprendían todas las bondades

cada hora el reloj marca su hora de crueldad
cada noche sin cesar
la rutina tiende las sábanas de la muerte colectiva
mientras destruyo tu nombre
en este agonizante hábito
de hacer el amor en otro cuerpo



Mharía Vázquez Benarroch

sábado, julio 04, 2009

CUAN EXTRAÑA SUELO SER



Cosmogónica, autista, bendita;

ciega en el día, eterna en la noche.

Hambrienta, hombres que amo y odio,

calderos que hierven, muslos que se abren.

Cuán díscola, cuan áspera:

poemas que són súplicas, poemas que son venganza.

Justicia, al fin, siempre tardía, inadmisible.

Todas mis esencias se enquistan en mis sienes,

pero me consuelan, como los dedos nudosos de mi madre.

Cirios de plata, lomos tersos de panteras:

todos cruzan en los ojos de la mujer bermeja,

cubierta de astillas, comolos bancos de parques en ruinas.

Ya que todo ha sido negado, conservo la antigua memoria.

Y al vengarme, otorgo el perdón

y, a mi modo, también

también soy perdonada.


Beverly Pérez Rego

Adriana Bertorelli (de "Música de Rockola")




El amante es el que da las batallas;
el amado, en cambio, pobrecito,
no es más que un ser imaginario.
Piedad Bonnett




Si es de aquellos que insiste en compartir
al ser amado con otro,
debe tener cuidado
de no perder tanto en la repartición.
También debe cuidarse
de no ser injusto con el tercero
ya que esto hablará muy mal de usted frente al amado,
definiéndolo como un ser
posesivo o egoista.
Así pues, sugerimos,
que si va a entrar en esta tormenta de pasiones,
excusas por orden alfabético,
llantos contra la almohada,
náuseas, taquicardia
y arrebatos de celos,
lo haga de la manera más digna posible.
No caiga en la tentación
de creerse original e incomprendido.
Situaciones así vienen sucediendo
desde la creación del mundo.
Le proponemos, por ejemplo,
dividir el cuerpo amado
en partes más o menos iguales
(es importante que en la división
sean tomadas en cuenta las preferencias,
así como el uso que del cuerpo amado
tengan o deseen tener las partes involucradas).
Por ejemplo:
cuadril derecho, cuadril izquierdo,
uno para mí, uno para ti.
Muslo derecho, muslo izquierdo,
uno para ti, otro para mí.
Hoyuelo en la mejilla, tuyo,
lunar en el hombro, mío.
Trate sí,
de balancear el objeto de su deseo compartido
de manera tal
que ninguno de los comensales
quede supeditado a un solo lado del cuerpo,
ya que esto podría afectar sus cualidades amatorias,
haciéndole sentir a su adorado
además de cierto grado de culpa,
un terrible desconsuelo en el lado contrario.
También tome en cuenta que,
aunque usted no lo sepa,
puede haber más personas involucradas
en esta sufrida maraña de amor.
(Porque aun cuando usted cree
que es el único con una doble vida
jugando a ocultar lo que es obvio,
tal vez su pareja original
también esté haciendo lo mismo
y, en vez del segundo del primero,
usted termine convirtiéndose
en el segundo del segundo del segundo.
o hasta en el tercero del segundo del primero
y así sucesivamente
en combinaciones infinitas.)
Pero nunca olvide, nunca,
ni en el momento más arrebatado
de este accidente sublimado del destino,
que sea en cuerpo o sea en alma,
todos los implicados terminarán
haciendo el amor
en la misma cama.

Adriana Bertorelli
(Música de Rockola)