Cosmogónica, autista, bendita;
ciega en el día, eterna en la noche.
Hambrienta, hombres que amo y odio,
calderos que hierven, muslos que se abren.
Cuán díscola, cuan áspera:
poemas que són súplicas, poemas que son venganza.
Justicia, al fin, siempre tardía, inadmisible.
Todas mis esencias se enquistan en mis sienes,
pero me consuelan, como los dedos nudosos de mi madre.
Cirios de plata, lomos tersos de panteras:
todos cruzan en los ojos de la mujer bermeja,
cubierta de astillas, comolos bancos de parques en ruinas.
Ya que todo ha sido negado, conservo la antigua memoria.
Y al vengarme, otorgo el perdón
y, a mi modo, también
también soy perdonada.
Beverly Pérez Rego