miércoles, octubre 26, 2011

Lo que debo saber - Kira Kariakin






el poema se revela
para decirme
para saber lo que debo

pero me traiciona
cuando tú lo lees
y te ataja
y te invade
y entonces te dice
y entonces sabes

que el poema vive solo


De su Plaquette "Nuevos Arbitrios"

Beverly Pérez Rego







“Él piensa que soy santa.
Está loco.
Las santas son morenas y menudas,
o blancas como el yeso,
y no gritan,
como yo bajo su cuerpo.
Él piensa que soy santa.
Lo sé: me unta de saliva,
me cubre de gasas,
me prende velas.
Dice: Hazme un milagro.
Entonces, reúno los doce miembros
de su cuerpo infiel,
y los coso, punto de cruz,
sobre la blanca superficie.
Parece un alfabeto, dice,
y los puntos le duelen.
El hilo seco
imprime su carne.
Ya estoy listo, anuncia.
Ya puedo leerme.
Sé lo que viene.
Me cubro el rostro
mientras se va.
Adiós, Escurana.
Ése es mi nombre
cuando él sale por mi puerta”


Poema de Escurana , en Antología, 2006.

Beverly Pérez Rego

El poema es el lamento




Cuando el guerrero
depone las armas
se hace poeta.

El poema es el lamento
de su corazón vencido.

de Cinzia Ricciuti
Tomado del blog
http://verdadesqueasoman.blogspot.com

martes, agosto 02, 2011

CANTO V - Trina Quiñones




I-
Señor, enséñame
de blancura y humildad.
De mesura, de grandeza.

He recorrido
demasiados caminos
y me he perdido.

Me fabrico
una nueva vida
todas las mañanas.

II-

Quisiera que esta lluvia
que ahora cae
lavara mis manos,
mi boca, mi pelo.
Un cristal fuera
mi cerebro
reflejando
sólo lo necesario
para salvar y salvarme.

III-

Pájaros
se asoman a mi ventana.
Sus picos
traen mensajes para mí.

En todas las misivas
hay atados hilos de oro
que bajan del cielo.
Se rozan entre sí
y se escucha una música
que parece contener
todos los secretos
todos los huertos
todos los caminos.

Me está vedado
tocarlas.
Mis ojos están ciegos
sellada está la boca.

IV-

Arrancare
todas mis máscaras
las incineraré.
La vanidad
apátrida permanecerá.

Besaré las tumbas
de mis muertos
a su recuerdo
renunciaré.

Entregaré la soberbia
a la oscuridad de los buitres.
La cabeza de la lujuria
lentamente
rodará a mis pies.

V-

Cuando
desnuda, hambrienta,
descarnada,
Señor,
bese tus pies

agradecida,
te daré
mi más preciado bien:
un granate secreto
su principio y su fin.


Trina Quiñones
27-07-2011

lunes, agosto 01, 2011

JUICIO - Carlos Suñer Queralt





Poco has aprendido: Apuntalas tu miope perímetro con obituarios que tomas por poemas. Con tozudez ptolomeica reinas en un minúsculo sistema plagado de vasallos satelitales que buscan desesperados ser iniciados en el arte de descifrar la belleza de tus textos. Te orbitarán hasta encontrar un astro más brillante.
Los verdaderos cataclismos siderales, de los cuales escribes, te son lejanos; sigues buscando inmensidades en los charcos, mientras fuera de tus órbitas héroes verdaderos ponen carne y sangre sobre la piedra.

Esto he aprendido: que duermo para evitar ser desmembrado transitando intestinos anónimos; que me esperas cada noche, en cada esquina, buscando que el corazón me resbale en un charco negro; que eres como yo, un cordero asustado, atravesando desnudo un bosque de coral muerto. He aprendido también, que el oro y las monedas con que te vistes, no evitarán la fuga de la sangre, tu sangre, siempre fugitiva.
También he aprendido, que al borde del abismo, alguien suena un diapasón, que rompe la costra de las velas y enciende una llama cristalina. Entonces, sorteamos los rincones de la oscuridad.

Del blog ALMAVIENTO
http://csuner.blogspot.com/2011/07/acusacion-y-defensa.html
Carlos Suñer

miércoles, abril 27, 2011

Gonzalo Rojas (In Memorian)




Tacto y error

Por mucho que la mano se me llene de ti
para escribirte, para acariciarte
como cuando te quise

arrancar esos pechos que fueron mi obsesión en la terraza
donde no había nadie sino tú con tu cuerpo,
tú con tu corazón y tu hermosura,
y con tu sangre adentro que te salía blanca,
reseca, por el polvo del deseo,

oh, por mucho que tú hayas sido mi perdición
hasta volverme lengua de tu boca,
ya todo es imposible.
Hubo una vez
un hombre, una vez hubo
una mujer vestida con la U de tu cuerpo
que palpitaba adentro de todas mis palabras,
los vellos, los destellos;
de lo que hubo aquello
no quedas sino tú sin labios y sin ojos,
para mí ya no quedas sino como la forma
de una cama que vuela por el mundo.

lunes, abril 11, 2011

Mi hijo





(a la manera de Carlos Drummond de Andrade)

Mi hijo
mi único hijo
el que no tuve
sería ya un hombre.

Descarnado y sin nombre
se mueve
en el viento.
A veces

viene
y reclina su cabeza
más liviana que el aire
sobre mi hombro

y yo le pregunto,
Hijo,
¿dónde te hallas,
dónde te ocultas?

Y él me responde
con un hálito frío,
No lo advertías
aunque llamé

y llamé
y continúo llamando
desde un lugar
lejano,

más allá del amor,
donde nada,
todo,
quiere nacer.

Mark Strand (Canadá, 1934)

Traducción de Juan Sánchez Peláez

SEPT SIEBEN SIETE






Del confín de siete universos
el polvo de las estrellas llega
María Clara Salas

eres perfecto
poderoso
mágico
como la estrella de siete puntas

estás conmigo de lunes a domingo
sigo tu esencia heroica
en cualquier canción
suave o intensa

el cielo cuenta tus planetas
con notas de cristal sonoro
cantas el universo
no te cambio por ninguno
gendarme de los misterios
amo de las ciencias ocultas
señor de las cábalas
todos te aman
legendario
sempiterno
número siete hecho humanidad




Ileana Alomà

con radiante mirada y exquisita malicia


1

Quiero sacudir

tu pesado silencio

que se desborda como una pierna

que cuelga de una silla de madera.

2

Me he cansado de permanecer

en tus notas marginales

en tus borradores

en los peldaños

ante tus puertas.

¿Dónde están

tus vastos paraísos?

3

Ven desnudo

que yo vista

tu cuerpo

que mi imaginación tomó prestado.

4

Me miré en el espejo

y vi

una mujer

plenamente satisfecha,

con radiante mirada

y exquisita malicia

la envidié.

.

Maram al-Masri

De Cerezas rojas sobre losas blancas

EVASIÓN

Imagen: Amanecer en el Salar. Ramón Muñoz





pasos cómplices en la arena

bajo una luna famélica


silbidos aflautados

se escucharon por el muelle

en la orilla

el titubeo del agua

danzaba en ondas

era una noche prófuga


andante seguí el rastro

girasoles de fuego centellearon


mi mirada revoloteó

posándose en la excitación

de unas plumas castañas

el asustadizo alcaraván

se escabulló


el amanecer se sintió herido

sin su canto



Soraya Prada