Como esa risa
como esa voz
del incendio
aparece entre quejidos y humaredas, se desconcha
en su seno, en un centro.
Como ese cenicero de silencios que nos llevamos
en las tardes.
luego de fumarnos el tiempo.
Y luego de pasar entre las puertas
con el cuerpo pulcro de sudor,
sostenido por el verbo
al lado con nuestra sombra.
Y tomarnos un café,
un recuerdo en esa historia efímera
una escalera de adjetivos, de itinerarios
de escondernos en nosotros
como esa caja donde se guarda
lo más sagrado
Y cuando será entonces esa liturgia?
Como esa risa,
como esa voz del incendio,
que se pierde
Y nos carga vivos
nadie sabe adónde alumbra
Ese cenicero de silencios que nos llevamos
en las tardes
Y en las noches arden de nuevo,
los navíos de la memoria,
reposan con sus torpes cascos
encajados en el ser.
Luis Gilberto Caraballo 2010
como esa voz
del incendio
aparece entre quejidos y humaredas, se desconcha
en su seno, en un centro.
Como ese cenicero de silencios que nos llevamos
en las tardes.
luego de fumarnos el tiempo.
Y luego de pasar entre las puertas
con el cuerpo pulcro de sudor,
sostenido por el verbo
al lado con nuestra sombra.
Y tomarnos un café,
un recuerdo en esa historia efímera
una escalera de adjetivos, de itinerarios
de escondernos en nosotros
como esa caja donde se guarda
lo más sagrado
Y cuando será entonces esa liturgia?
Como esa risa,
como esa voz del incendio,
que se pierde
Y nos carga vivos
nadie sabe adónde alumbra
Ese cenicero de silencios que nos llevamos
en las tardes
Y en las noches arden de nuevo,
los navíos de la memoria,
reposan con sus torpes cascos
encajados en el ser.
Luis Gilberto Caraballo 2010