
el poema se revela
para decirme
para saber lo que debo
pero me traiciona
cuando tú lo lees
y te ataja
y te invade
y entonces te dice
y entonces sabes
que el poema vive solo
De su Plaquette "Nuevos Arbitrios"
Fotografía: Irene Müller
Tacto y error
Por mucho que la mano se me llene de ti
para escribirte, para acariciarte
como cuando te quise
arrancar esos pechos que fueron mi obsesión en la terraza
donde no había nadie sino tú con tu cuerpo,
tú con tu corazón y tu hermosura,
y con tu sangre adentro que te salía blanca,
reseca, por el polvo del deseo,
oh, por mucho que tú hayas sido mi perdición
hasta volverme lengua de tu boca,
ya todo es imposible.
Hubo una vez
un hombre, una vez hubo
una mujer vestida con la U de tu cuerpo
que palpitaba adentro de todas mis palabras,
los vellos, los destellos;
de lo que hubo aquello
no quedas sino tú sin labios y sin ojos,
para mí ya no quedas sino como la forma
de una cama que vuela por el mundo.
(a la manera de Carlos Drummond de Andrade)
Mi hijo
mi único hijo
el que no tuve
sería ya un hombre.
Descarnado y sin nombre
se mueve
en el viento.
A veces
viene
y reclina su cabeza
más liviana que el aire
sobre mi hombro
y yo le pregunto,
Hijo,
¿dónde te hallas,
dónde te ocultas?
Y él me responde
con un hálito frío,
No lo advertías
aunque llamé
y llamé
y continúo llamando
desde un lugar
lejano,
más allá del amor,
donde nada,
todo,
quiere nacer.
Mark Strand (Canadá, 1934)
Traducción de Juan Sánchez Peláez
1
Quiero sacudir
tu pesado silencio
que se desborda como una pierna
que cuelga de una silla de madera.
2
Me he cansado de permanecer
en tus notas marginales
en tus borradores
en los peldaños
ante tus puertas.
¿Dónde están
tus vastos paraísos?
3
Ven desnudo
que yo vista
tu cuerpo
que mi imaginación tomó prestado.
4
Me miré en el espejo
y vi
una mujer
plenamente satisfecha,
con radiante mirada
y exquisita malicia
la envidié.
.
Maram al-Masri
De Cerezas rojas sobre losas blancas