martes, agosto 02, 2011

CANTO V - Trina Quiñones




I-
Señor, enséñame
de blancura y humildad.
De mesura, de grandeza.

He recorrido
demasiados caminos
y me he perdido.

Me fabrico
una nueva vida
todas las mañanas.

II-

Quisiera que esta lluvia
que ahora cae
lavara mis manos,
mi boca, mi pelo.
Un cristal fuera
mi cerebro
reflejando
sólo lo necesario
para salvar y salvarme.

III-

Pájaros
se asoman a mi ventana.
Sus picos
traen mensajes para mí.

En todas las misivas
hay atados hilos de oro
que bajan del cielo.
Se rozan entre sí
y se escucha una música
que parece contener
todos los secretos
todos los huertos
todos los caminos.

Me está vedado
tocarlas.
Mis ojos están ciegos
sellada está la boca.

IV-

Arrancare
todas mis máscaras
las incineraré.
La vanidad
apátrida permanecerá.

Besaré las tumbas
de mis muertos
a su recuerdo
renunciaré.

Entregaré la soberbia
a la oscuridad de los buitres.
La cabeza de la lujuria
lentamente
rodará a mis pies.

V-

Cuando
desnuda, hambrienta,
descarnada,
Señor,
bese tus pies

agradecida,
te daré
mi más preciado bien:
un granate secreto
su principio y su fin.


Trina Quiñones
27-07-2011

lunes, agosto 01, 2011

JUICIO - Carlos Suñer Queralt





Poco has aprendido: Apuntalas tu miope perímetro con obituarios que tomas por poemas. Con tozudez ptolomeica reinas en un minúsculo sistema plagado de vasallos satelitales que buscan desesperados ser iniciados en el arte de descifrar la belleza de tus textos. Te orbitarán hasta encontrar un astro más brillante.
Los verdaderos cataclismos siderales, de los cuales escribes, te son lejanos; sigues buscando inmensidades en los charcos, mientras fuera de tus órbitas héroes verdaderos ponen carne y sangre sobre la piedra.

Esto he aprendido: que duermo para evitar ser desmembrado transitando intestinos anónimos; que me esperas cada noche, en cada esquina, buscando que el corazón me resbale en un charco negro; que eres como yo, un cordero asustado, atravesando desnudo un bosque de coral muerto. He aprendido también, que el oro y las monedas con que te vistes, no evitarán la fuga de la sangre, tu sangre, siempre fugitiva.
También he aprendido, que al borde del abismo, alguien suena un diapasón, que rompe la costra de las velas y enciende una llama cristalina. Entonces, sorteamos los rincones de la oscuridad.

Del blog ALMAVIENTO
http://csuner.blogspot.com/2011/07/acusacion-y-defensa.html
Carlos Suñer