En mi ciudad
las mujeres cuidamos de la estricta
fidelidad de nuestros maridos
hablamos de la moda y del amor
coleccionamos sin remedio
recetas de cocina
en las que el sexo
y la ternura
comprendían todas las bondades
cada hora el reloj marca su hora de crueldad
cada noche sin cesar
la rutina tiende las sábanas de la muerte colectiva
mientras destruyo tu nombre
en este agonizante hábito
de hacer el amor en otro cuerpo
Mharía Vázquez Benarroch
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